Mostrando entradas con la etiqueta hoja. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta hoja. Mostrar todas las entradas

jueves, 13 de octubre de 2022

Calma



Siento nostalgia de aquel recuerdo
(fue solo un momento).
Ese en que le di nombre al silencio
que me seducía entre las olas
con los sustantivos pequeños del amor.

¿Cómo te llamo ahora,
cuando el viento se pierde
entre las hojas verdes
de los árboles?

Cada primavera que llega
alisa con calma mi espalda
y se agarra, con garra, a mi sangre
que quiere volver a ver,
aquella ventana teñida de azul.

Envejecer
es este delicado duelo
que aún sigo manteniendo, con tiento,
cuando ofrezco mis ojos al sol.

 /AnA GaLinDo/ 

[Ilustración Elena Dudina]



domingo, 6 de febrero de 2022

La HoJa de AcaCia


Hacía tiemPo que ella no salía a pasear sola. Desde que se fue, todo se quedó un poco confuso en su mente cansada. Esa tarde llovía despacio, y no usó el paraguas para dejar que el agua se paseara por su rostro.

Miraba hacia el suelo intentando comprender cómo las gotas de lluvia se reunían en charcos, y vibraban brillantes al mismo compás.

Sentada en su banco, una hoja de acacia vino a posarse a sus pies. Era una pequeña hoja amarilla (casi ocre tal vez), lánguida y desgastada. Por un instante su atención se concentró en la figura que tenía a su lado, muy cerca de aquel aguazal.

La hoJa, pensó, habría tenido antes una vida diferente. Aquella hojuela elíptica y ámbar en otro tiempo debió lucir un azulado verdor. Quizás también hubiera disfrutado de una vida repleta, en la cumbre del árBol, formando brotes frescos cuajados de olor. En su juventud, incluso, estuviera al lado de flores blancas formando racimos de mágicas coPas. O tal vez vivió en sus ramas extendidas, dibujando en el aire torTuosas figuras.

Imaginó su vida altiva de lozanía, su elegancia natural cuando el aire la moviera; su gracil saludo a los pájaros que se posaban cerca de ella, para cantarle bellas canCiones de amor. Esbozó sus días radiantes, su poRte erguido, su fresco esplendor.
Y ahora estaba ahí, en el suelo, reposando tranquila y descansando en sus pies.

Tal vez un Viento inconsciente la arrancara de golpe de su holgado aposento, zaranDeándola por el aire, sin apenas pieDad.

O tal vez cayera soltando sus manos de aquel troNo elevado, que también tenía espinas, para sentir por sí misma lo que era volar.

¿Quién sabe?

Ella recogió esa hoja de acacia, la guardó con cuidado en su libro y la llevó a su casa azul.

Ahora ella y la hoja viven tranquilas, en aceptada aRmonía y estimulante quietud. A veces toma su hoja, saca sus pinceLes y la intenta pintar. Así, la espera se hace sencilla creando colores colmados de luz.

La hoja, agradecida, posa para ella, señala las letras en sus libros y le relata poemas. No siente nostalgia de tiempos pasados, y sonríe en silencio en ésta, su casa azulada, donde vive plácidamente muy cerca del mAr.


/AnA GaLinDo/ 

[Fotografías tomadas de Pinterest]