Primera salida de paseo matinal en horario permitido.
Esta mañana he buscado la alternativa al miedo y a la tristeza, para darme un baño de luz entre rincones cercanos a los que nunca había prestado atención. A pesar de los años, valoro la suerte de vivir en Motril. Esta ciudad (mitad pueblo) me ha proporcionado lo que mi espíritu y carácter ha necesitado.
Hay quien dice que quiere volver ya a normalidad, pero no a esta sino a la de antes, cómo si alguien poseyera la fórmula alquímica de la transfiguración. Yo también quiero volver a mi normalidad de antes. Ahora me hubiera despertado desayunando con mi hija y abrazando a Leo. Pronto estaríamos en la Comunión de Marcos. En junio, paseando por Lisboa, y en julio en la boda de nuestros queridos amigos.
Pero ya ves, mi normalidad queda reducida a dar un paseo alrededor, intentando no coincidir, ademas, con apenas ninguna persona.
Disfruto, no obstante, de la dicha de este paseo y el escenario que me rodea y le pido al aire que sea generoso y solo transmita energía y vitalidad, que no virus.
Luego, ya de regreso, en casa encuentro la paz que necesito y un rincón para acallar los demonios que a veces me asaltan.
Yo también quiero volver a mi normalidad. A mi normalidad de antes.
Qué extraña época nos ha tocado vivir: el cielo y el infierno conviven en nosotros en dramática complicidad, manteniendo un pulso para arrastrarnos a su espacio de destrucción o alivio.
/AnA GaLinDo/
/AnA GaLinDo/
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