Llegó una tarde el anuncio para conseguir un pasaje al deseado velero,
y pudo ser una decisión precipitada,
o tal vez fuera un codiciado destierro.
Flaqueaban las fuerzas para sujetar bien los remos
(corrían los cristales en las aguas,y los peces saltaban al cielo).
El paisaje tenía más tonalidades que el que habían dibujado,
y las arenas eran tan blandas, que sujetaban al viento.
En aquella isla perdida,
las aguas fueron refugio,
y los verdes revelaron misterios.
Dicen que por las mañanas, ahora se escucha a lo lejos:
Haré para ti un jardín de rosas y de mimosas,
y salpicaré de violetas un sendero.
Me encontrarás por los ecos del agua
porque siempre estaré al final del camino,
tejiendo mareas y sosteniendo silencios.
Tu piel, isla de arenas;
mi cuerpo, océano de desiertos.
Mi corazón yace anclado en los arrecifes
y la noche me alcanza hasta el fin de los tiempos.
Renacerás de nuevo y serás inocente otra vez.
Porque has vivido desde que los dioses fueron creados
y sus lances en las orillas, eternos.
Al fin podré asimilarte como un fruto maduro,
como una piedra sobre una isla que ya nunca se hunde
creando un engranaje perfecto.
/AnA GaLinDo/
No hay comentarios:
Publicar un comentario