Es esta misma ventana,
este aire,
casi idéntica luz.
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Pasábamos tardes enteras,
moldeando con barro pequeñas esferas
que echar a volar tras los cristales
y que tocaran las nubes
-esos azules cambiantes-
para soplar
y soplar,
y volar lejos
-Y volar-
Incluso llegaron las lluvias,
que mirábamos silenciosas tras las frágiles cortinas
viendo pasar a los pájaros en su huida hacia el sur,
sin apenas vacilar en su empeño,
añorando absortas su ascenso.
Y volar
y surcar el cielo.
-Y vivir-
Ahora queda el tul
del visillo que apenas cubre
un delicado aliento;
se fueron los malos presagios,
algunas lágrimas perdidas
y el recuerdo de ciertos abrazos sedientos.
También queda el azul,
para difuminar los recuerdos violáceos,
y comprobar que somos la misma lámina
-acuarelada y transparente-
que absorbe la luz reflejada en el papel,
despierta
para incendiar de rojos los cielos,
para soplar con sueños las fraguas,
para surcar los campos de hielo,
y vivir
-vivir-
en esta ventana de luz
sin escarcha,
sin inviernos.
/Ana Galindo/
Fotografía @anagalindo_
Mi vida con Marina
1 comentario:
:)
Me ha hecho mucha ilusión volver a leerte.
Sigues creando magia.
Besos.
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