No se puede escribir sin escuchar el murmullo que viene de muy atrás.
Hay un punto, invisible pero denso, en el que las palabras se empapan de vida.
Allí mi mano no manda: obedece.
Escribir significa abrir una grieta en la piel y dejar que el tiempo se derrame.
En silencio... observando.
Dentro, la memoria no es un archivo ordenado.
Veo un cuarto cerrado,
con luz que entra por rendijas,
con muebles cubiertos de sábanas,
con olores que el aire ha guardado.
A veces avanzo a tientas,
palpando objetos cuyo tacto reconozco
antes que su nombre.
Otras, un solo gesto,
un sonido mínimo, me lanza de golpe
a un escenario dorado.
La escritura me devuelve todo sin filtrar.
No distingue lo que amo de lo que hirió.
Cada frase, una excavación:
se remueve la tierra,
se respira polvo,
se encuentran huesos,
flores secas,
trozos de esferas.
Deseos intactos que viven sin tiempo.
Nada está forzado.
Nada es del todo mío. Ni tuyo.
Quizá eso sea escribir:
permitir que la memoria deje de vivir sin pesos pesados
y decida convertirse en un lugar donde otros puedan entrar.
Porque ya todo quedará para siempre,
... del otro lado de esa puerta.
/AnA GaLinDo/
[ Apoema ]
Ilustración: anKa zhuRavleva .]
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